Un pequeño libro con la cubierta naranja, una impresión antigua,
un objeto que querríamos conservar cuidadosamente.
Lo escribió hace unos años, después de haber reinventado su trabajo.
Quiso compartir su método
porque sabía que valía la pena repetirlo...
Gracias a su idea vuelve a ser posible encontrarse tiendas en los pueblos, vuelve a haber vida más allá de las ciudades. Vuelven a existir artesanos que son felices a los que no les falta de nada.
Tiene como base muchos deseos: estar cerca de su familia, producir su propia comida, tener tiempo para sí mismo, escribir, tener dos meses en verano para irse de vacaciones...
La solución surgió a partir de todas esas ideas. Y, al final, se parecía bastante a lo que en un principio fue su trabajo y su pasión: la panadería.
Hace pan dos veces a la semana. Le gusta la idea de dar vida a través de la masa. Le gusta su monasterio: la panadería. Allí, en esa especie de ermita, se puede hablar con las estrellas cuando entra la noche.
De esta manera, participa activamente en la vida de su tierra, con 700 piezas de pan para alimentar a 150 familias, es decir, de unos 300 a unos 500 comensales.
Y, como no podia vender el pan y ocuparse también de su venta en el mismo tiempo, Daniel decidió no venderlo él mismo. Abrió la panadería a los clientes, que entran a coger pan cuando quieren y depositan directamente el dinero en la caja registradora.
"La ventaja de este sistema es que nadie es esclavo del otro. La gente viene cuando quiere, incluso de noche o al día siguiente y puede ser que yo esté allí o que no"
Y como se necesita tanto tiempo para vender el pan como para hacerlo, gana dos días de libertad a la semana.
Y así es como ha sido durante los últimos 30 años...
« Siempre me he resistido a la idea de que o aumentas el volumen de negocios o desapareces.
Sigo teniendo el mismo volumen desde que empecé: dos días de pan... »
La unidad de la vida
Su panadería está justo al lado de su casa, que es el hogar familiar. No hay nada más fácil para poder cuidar de los niños si hace falta y no perder el tiempo en el transporte. Sólo hay que bajar dos escalones para ir al trabajo.
« Me entristece mucho que hayan fragmentado nuestra vida en tantas partes: trabajo, vida familiar, vida cultural,... Todo cortado en pedazos cuando en realidad la vida es una unidad.
Separar las cosas de esa manera,
hace que sean artificiales. »
La unidad de la vida.
Permitida por la finca.
La finca es la casa, el lugar de trabajo, el huerto, los animales, los talleres, los juegos para los niños y el cobijo de la entrada, siempre abierto, resguardado de la lluvia, con un espacio para dormir, una mesa, bancos, un futbolín y una pequeña bodega con algunas botellas. La finca se va construyendo poco a poco, a medida que va pasando la vida...
« Nunca me he considerado un buen constructor. Sin embargo, curiosamente es a lo que me he dedicado toda la vida, a construir una y otra vez. »
Daniel siempre ha contado con los consejos y la ayuda de otros amigos más formados, que le aconsejan y le acompañan.
Y, lo que es más importante, ha hecho todo con el corazón: detalles, colores, dibujos, carteles, pegatinas reivindicativas... cada una con su propia historia.
Tibet Libre, el aeropuerto de Notre-Dame-Des-Landes, antinucleares, palabras que hablan de los valores de este espacio.
La asociación Kokopelli y la salvaguarda de las semillas también ocupan un gran lugar.
Esto se debe a que las semillas son prisioneras de un catálogo europeo que prohíbe la venta de de aquellas que no estén registradas. Esto significa que hoy en día es ilegal vender las frutas o verduras que comían nuestros antepasados, que es ilegal vender las semillas del manzano del jardín.
Una cuarta parte de la biodiversidad de nuestros huertos se ha extinguido en el término de medio siglo. Solo queda una variedad de melón disponible en los mercados, mientras que hace un siglo había más de 160.
La asociación Kokopelli recoge y vende semillas antiguas para preservar la biodiversidad.
Para participar en esta iniciativa, Daniel produce un tercio de su pan con trigo antiguo. Este porcentaje no es mayor precisamente porque es complicado encontrar un proveedor que esté dispuesto a entrar en ese tráfico ilegal…
En su huerto, también planta muchas variedades de cereales y verduras antiguos y ofrece las semillas a aquellos que sepa que se ocuparán de darles un buen uso.
"Soy un fuera de la ley y estoy muy orgulloso de serlo." "Lo digo incluso en los periódicos porque es un verdadero crimen haber masacrado estos trigos y toda su biodiversidad"
Usar trigo antiguo no es la única parte ilegal del trabajo de Daniel. Conociendo el deterioro en la calidad del agua de Bretaña, creó un sistema de recogida y filtrado de agua de lluvia para su propio pan.
Tampoco cuenta con ninguna certificación ecológica.
El pan de Daniel no tiene nada que ver con los productos habituales del mercado. El último dato a resaltar de su trabajo es que utiliza una masa madre natural, receta de un libro del siglo XVII.
Este tipo de masa madre, que necesita ser trabajada todos los días, permite que el pan se mantenga fresco mucho más tiempo que si se hiciese con levadura de cerveza, por lo que se puede permitir hornear sólo dos veces a la semana.
Así, puede ocupar el resto de los días con otras de sus pasiones...
HUERTO
Daniel se dedica también a su huerto, que alimenta a toda la familia. Mezcla de flores y hortalizas de toda clase, recibe visitas de escuelas regularmente y de todo el que lo desee durante los días de puertas abiertas. Porque transmitir y compartir son cuestiones esenciales para Daniel.
"Una vida con experiencia, un oficio, debería estar en constante transmisión. Mientras su experiencia avance, tiene algo que enseñar a los demás".
Por esta razón, Daniel también ha creado con otros panaderos de la región una escuela donde aprendices artesanos descubren otras maneras de trabajar.
ASTROLOGÍA HUMANISTA
Y cuando no está en la panadería o en el huerto, Daniel practica también la astrología humanista en el "zome", un edificio construido siguiendo las proporciones del número áureo. Esa disciplina, que no busca adivinar nada del futuro, permite aprender a conocerse y comprenderse mejor gracias su signo astral.
MÚSICA
Y los fines de semana se le puede ver tocando el acordeón en Fest Noz, fiestas bretonas cuya tradición perdura muy viva en la región.
ESCRITURA
Y todo eso es sin hablar de sus escritos sobre sus reflexiones, aprendizajes o descubrimientos. Cuando nos los distribuye en papel reciclado en su panadería, publica libros. El que publicará próximamente trata del canto contemplativo, que descubrió hace unos años y le apasionó.
Y, como todo el mundo sabe, cada verano la panadería cierra durante dos meses. Daniel va al encuentro de otras maneras de ver la vida y de vivirla. Su 2 CV le acompaña campo a través para llevarle hacia otros horizontes.
"…porque toda mi vida han sido viajes en búsqueda de quién soy."
Con su trabajo, Daniel crea un impacto no sólo en su vida y la de su familia, sino que es la vida de todo un pueblo la que se desarrolla.
La panadería es un lugar de vida y encuentros, uno de los pocos que quedan en el campo ya que las cafeterías cierran una tras otra.
Los martes y viernes, días de pan, las conversaciones son animadas y amistosas, se intercambian noticias y la gente se encuentra.
«Todos los que vienen aquí se hacen amigos.
Viéndonos todas las semanas, ¿cómo no alcanzar una intimidad entre nosotros? »
La panadería también es motivo y excusa de trabajos comunes una vez al año. El día de la leña, todos los voluntarios se reúnen para apilar los 5 m3 de este preciado recurso necesario para el buen funcionamiento del horno durante todo el año.
Después se comparte una comida y se hace una fiesta que dura hasta el final del día, un momento de creación de vínculos cuyo papel en un pueblo de unos cientos de habitantes es significativo.